Música de molde

Las etiquetas que históricamente se han asignado a la música han tenido una utilidad práctica, que es la de facilitar la creación y escucha de la música. Sin embargo, recordando entregas anteriores en las que hablo de la pérdida de libertad de la música, debo agregar ahora, que esas etiquetas han sido las jaulas en las que el hombre la encierra.

Para el músico es necesario, o al menos así lo piensa la mayoría, tener esas jaulas para simplemente encerrar en ellas el producto de su creación. Otros músicos no conformes con el diseño de las jaulas existentes se dedican a modificarlas y, en casos excepcionales, unos pocos diseñan totalmente nuevas crujías, las cuales de inmediato son estudiadas por los críticos que, por si fuera poco, se han apropiado del derecho a darles nombres, en un supuesto beneficio a las audiencias.

Así nacen las etiquetas, bajo la complicidad de compositores, ejecutantes, críticos y audiencia. Todos trabajan para su propio interés, que visto en un plano general, es de obtener ganancias de la música. Queda claro que un porcentaje muy alto de creadores y audiencias entienden este problema y se mantienen al margen de este sistema de producción musical, creando una contra cultura, pero, en muchos casos, sucumbiendo ante la tentación de etiquetar su creación. De esta manera, el resultado es crear una competencia alternativa, lo cual no es malo, pero la experiencia dice que esos “alternativos” de antes terminan siendo los “magnates” de ahora.
Aaron Copland, en su libro Cómo escuchar la música, tácitamente lo admite. Textualmente escribió: “Por lo general, al explicar la forma de la música se ha tendido a simplificar demasiado. El método usual consiste en tomar ciertos moldes formales bien conocidos y demostrar cómo, en mayor o menor medida, los compositores escriben sus obras dentro de esos moldes”

Copland llama, de manera amable, “moldes” a lo que para mi son “jaulas”. Párrafos adelante, el mismo Copland asume una postura más formal y explica lo siguiente: “Y la conclusión que inevitablemente sacamos es que no basta dar por sentado que la estructura en la música es simplemente cuestión de escoger un molde formal y luego llenarlo de sonidos inspirados. Entendida como se debe, la forma no puede ser más que el crecimiento gradual de un organismo vivo a partir de cualquier premisa que el compositor escoja. De esto se sigue que la forma de toda autentica pieza de música es única. El contenido musical es lo que determina la forma”.

Muy bien dicho, y además coherente, pero los conceptos “molde” y “forma” siguen presentes en la explicación del maestro Copland, quien deja ver que el alineamiento del compositor a los moldes y formas es determinante. Así pensarán siempre quienes asumen la música con un sentido academista, es decir, la música aprendida a partir de su formalidad y no de su carácter libre. El conflicto perdura, y continuará en la próxima entrega.

Acerca de escarcega

escritor, músico, pintor, profesor de guitarra.
Esta entrada fue publicada en Uncategorized y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Música de molde

  1. Pingback: Articulo Indexado en la Blogosfera de Sysmaya

Deja un comentario